Los refrescos pueden causar un aumento gradual de la presión arterial debido a sus elevadas cantidades de sodio y de cafeína. Asimismo, la cafeína en conjunto con el azúcar puede agravar el sistema digestivo causando inflamación, deshidratación y un desequilibrio en la flora bacteriana intestinal.
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Refrescos ¿Por qué son tan malos?
